martes, 15 de agosto de 2006

Tango y Cultura Popular Extra 2

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Tango y Cultura Popular


Año VI - Número Extraordinario© Intertango, 2006Agosto de 2006
Publicación electrónica mensual y gratuita de la Asociación Civil Intertango
(Rosario, Santa Fe, Argentina), destinada a la difusión e intercambio de novedades, comentarios, reflexiones y opiniones vinculadas al tango y a otras expresiones de la cultura popular.
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En este Número Extra:

...Nos vamos poniendo Tecno

Por Carlos Hugo Burgstaller.
Punchi-punchi
Por Ricardo Schoua.
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...Nos vamos poniendo Tecno

Los caminos del tango son impredecibles e inevitables. El tango-tecno está entre nosotros.
Es muy posible que si a un tanguero tradicional le preguntáramos si sabe quienes son Tango Crash, Bajofondo Tango Club, La revancha del tango, Gotán Project, o Guillermo Porro con su Narcotango o los hermanos Satragno con su Ultratango, mirará asombrado y una duda milonguera se dibujará en su rostro. Y más sorprendido quedaría, supongo, si escucha alguno de los temas que componen, interpretan y graban estos artistas. Ahora, a pesar de esas sorpresas y dudas el tango-tecno está entre nosotros.

A partir del momento en que Astor Piazzolla pateó el tablero y el tango, para bien o para mal, no encontró más caminos que repetir fórmulas; es cierto que algunas con resultados de primer nivel. Hoy dos caminos se abren en el horizonte tanguero: El tango de cámara y el tango-tecno. Y me arriesgo a decir que el primero resulte más digerible a las pasadas generaciones pero no sé si lo mismo sucederá con la otra propuesta.

Ahora, ¿qué es el tango-tecno? Pues en una primera aproximación puedo decir que es un collage donde aparecen samples, música electrónica, dance y ambient junto a sonido de bandoneones, la voz de Goyeneche y compases de Piazzolla y Pugliese repetidos hasta el infinito. Temas que ya alcanzaron la altura de clásicos como Soledad, Naranjo en flor o Adiós Nonino por momentos son casi irreconocibles. Sin embargo no creo que con esto solo se entienda, y por otro lado me resulta algo injusto limitarlo a una simple mezcla de elementos tangueros con la electrónica.

Carlos Libedinsky (Narcotango) sostiene: "No me preocupa defender si esto es o no tango. Entre la electrónica y el tango los que pierden son los talibanes de la cultura, los que no quieren que nada se mueva". Y esta idea se completa con lo manifestado por Leo Satragno (Ultratango) "El tango siempre se fue actualizando". Ahora nadie dice nada, pero cuando salió el octeto de Piazzolla todo el mundo se preguntaba ¿Qué es esto?.

Pero, ¿de dónde salió esto del tango-tecno? Fue en los comienzos de los 90' cuando comenzó a circular un rumor que llegaba de Europa: Sonidos tecnos con influencias tangueras y rezongos de bandoneón invadían el aire. Los responsables de esta mezcla eran el argentino Eduardo Makaroff, el disk jockey francés Philippe Cohen Solal y el suizo Chrisoph Muller quienes formaron Gotán Project y grabaron un disco titulado La revancha del tango.

Y así como alguna vez el tango llegó de Europa con credenciales de decencia, otra vez aquel continente nos enviaba un tango modificado que muy pronto se instaló entre nosotros y comenzó a echar raíces. ¿O no?.
Ahora surgen las preguntas inevitables: ¿Es tango? ¿Es para bailar en las milongas? ¿Es moda? ¿Cualquiera puede meter unos acordes junto a un sonido de bandoneón y un poco de dance y creer que está haciendo tango? Bueno cada uno emitirá su respuesta.

Digamos también que la gran mayoría de los músicos que se inclinan por esta forma no son tangueros, provienen de otros estilos, principalmente el rock. No son los muchachos de la Fernández Fierro, ni de La Furca, por citar algunos, que a pesar de tener, por lo general, una formación académica, rescatan la tradición tanguera.

Interrogado Rodolfo Mederos sobre el tango electrónico o tecno respondió:
"Es, sin duda, una forma de ignorancia. Me parece bien que busquen su camino, pero lo hacen por la ruta equivocada. El tango electrónico no es otra cosa que un mecanismo de domesticación, de unificación de culturas".
La polémica, como siempre, será el pan nuestro de cada día.

Indudablemente los cambios provocan sorpresas, miedos y rechazos. Las razones pueden ser múltiples. Al mismo Gardel le costó bastante decidirse a interpretar y grabar tangos. De todas maneras los intentos de renovación existen desde que el tango apareció; ¿acaso el quiebre entre la guardia vieja y la guardia nueva no fue una cambio, una revolución?

Creo que la opinión de Julio Pane, que contrasta con la de Mederos, es la más equilibrada: "…mientras sea un aporte, siempre estará bien visto. Es lógico que (el tango) evolucione, el tango nunca involucionó".

Y es el tiempo, y si hay algo que no puedo resistir son las tentaciones de dar mi opinión. Y de entrada arranco haciéndome una pregunta: ¿Por qué no puede ser tango? Y yo digo que es tango, disculpen ustedes. Y ¿por qué digo que es tango? Por una razón, para mí, elemental, me suena a tango. Y se lo ejemplifico: Si camino por cualquier calle de Buenos Aires y en mi mente comienzan a sonar algunos acordes de esta nueva forma la asociación con la ciudad, su movimiento, su gente, y su actualidad es inmediata, me suena a Buenos Aires, no me resulta ajeno, la estimo parte del sonido de esta ciudad. Y si algún sonido musical de alguna ciudad del mundo se relaciona tan estrechamente ese es el tango con Buenos Aires. Luego que vengan las discusiones, las opiniones, incluso las defenestraciones. Ahora, como toda expresión artística, muy en el fondo, surgen de las necesidades de expresarse y reflejar lo que las sociedades quieren o necesitan. Bueno no siempre los resultados son los mejores, pero funciona así. Y aquí quiero recurrir a Carlos Libedinsky, responsable de Narcotango, un disco que se adelantó a Bajofondo Tango Club, aunque fue editado con posterioridad.

En su disco, Libedinsky escribe: "A la hora en que quedan pocas parejas bailando en la pista, y la magia visita la milonga, cuando los cuerpos exhaustos se niegan a terminar la noche, a esa hora nace Narcotango". Y me gusta eso, me gusta que allá en el fondo de la noche, los últimos milongueros reclamen algo más, algo nuevo.

Y según Libedinsky es la danza la que le fue diciendo a la música que es lo que le estaba faltando a la hora de bailar. Por supuesto que bailar un tema como Vi luz y subí, o Qué onda de Carlos Libedinsky, o Viejo abasto de Guillermo Porro o Perfume de Bajo Fondo Tango Club requiere algo más que cortes y quebradas. Pongámonos de acuerdo, el tango no es patrimonio de señores milongueros que pasan los cincuenta, o que se eternizan en pasados de concreto que no aceptan que alguien necesite del tango pero con otros códigos. Y en mi caso, que estoy en el medio, no soy milonguero, pero tampoco un pibe, estoy llegando a los cincuenta, me siento cómodo escuchando estos nuevos tangos. Porque aquí surge otro tema: ¿Acaso es solo tango aquel que se puede bailar en la pista de una milonga? ¿No nos enseñó Piazzolla que el tango puede ser simplemente una música para escuchar? Bueno, a mí me gusta sentarme a trabajar mientras escucho un tango-tecno.

Y vuelvo a Libedinsky, no por capricho sino por claridad de pensamiento. Y dice: "Y a mí, como bailarín (es un milonguero, no importa la edad) me encantaba bailar Di Sarli o Pugliese, pero llegado un momento de la noche notaba una necesidad corporal de algo distinto, en mí y en los otros". Aquí nace lo nuevo.

Puedo plantear, también, que el tango-tecno  prescinde de letras, y quizás eso me apene. Tengo la tendencia a sentir que la letra complementa al tango en una unidad que jamás se conoció antes y conforma un universo tan profundo que nos atraviesa como un puñal. Obviamente temas instrumentales, y no los voy a citar porque sería ocupar tinta y papel con títulos que todos conocemos, también alcanzan las cumbres del alma. Y en este sentido puedo también decir que por momentos el tango-tecno me puede sonar vacío, frío, sin pasión, casi como música de fondo para una película o un capítulo de alguna novela. Esta bien, lo reconozco, pero me sigue sonando a tango.

Y una última reflexión, al menos por ahora: Suelo molestarme cuando muchos defensores a ultranza del tango (músicos, milongueros, difusores), protestan ante tanta música importada, o se quejan porque la juventud no reconoce al tango y cosas así. Sin embargo mire que interesante me parece el siguiente planteo, y no digo interesante porque lo pienso yo, sino porque puede tener resultados muy positivos: Yo no sé si puedo llegar a un joven (ponga usted la edad) con un tango cantado por Angel Vargas, o por Francisco Fiorentino, o interpretado por la orquesta de Carlos Di Sarli o D'Arienzo, pero qué sucede si esos jóvenes entran al tango por la puerta del tango-tecno, y luego, producto de la curiosidad, el aprendizaje y el tiempo van llegando a ellos. ¿No es, acaso, un camino lógico? Al tango, como a tantas otras manifestaciones artísticas no se llega por imposición, sino luego de recorrer un camino, y esa es una forma de aprendizaje.

En definitiva hoy es muy difícil escuchar tango-tecno en los programas de radio o en alguna milonga (como siempre hay excepciones), por ahora parece que su destino es el de fondo musical de publicidades, programas de televisión y algunos reductos como La Catedral o Niceto. De todas maneras la propuesta está hecha, solo falta abrir un poco más los oídos y, por qué no, el corazón, quizás allí esté la respuesta. Los tiempos están cambiando, y algo nos decía Enrique Cadícamo cuando nos confesaba: "…yo vi brillar tus ojos, con ese eléctrico ardor… "

Carlos Hugo Burgstaller

Guía para el tango-tecno
Malevo Evolution tango (2002) Sergio Bermejo
Bajofondo Tango Club (2002) - Gustavo Santaolalla
Narcotango (2003) - Carlos Libedinsky
Tango Crash (2003) - Martín Lannaccone / Daniel Almada
Ultratango - Astronautas (2003) Leo y Gastón Satragno
McDougall Tango (2003) - San Telmo Lounge - Martín Delgado / Julia Peralta / Juan Manuel Aguirre (de Rosario de Santa Fe)
Tango - Chill Sessions (2004) - Guillermo Porro
Astronautas - Ultratango - Gastón y Leo Satragno / Sami Abadi / Braulio D´Aguirre / Mariano Cigna / Julio Pérez.


Punchi-punchi

Punchi-punchi: onomatopeya que sirve para definir el ritmo usado en la mayoría de los "tangos electrónicos" (tomado de la nota de Matilde Vitullo en el número extra de TyCP de junio).

Algunos lectores se preguntarán: "¿Tiene sentido darle tanta importancia a esta polémica?"
Lo que sucede es que la cuestión no pasa simplemente por discutir acerca del "tango-tecno" o "tango electrónico" o como se lo quiera llamar. La cosa es, a mi entender, mucho más profunda y abarcativa, porque tiene que ver con los prejuicios, la concepción de la cultura, la propaganda, el manejo de la difusión... Tiene que ver con ejercer una verdadera libertad de pensamiento y aprender a remar contra la corriente, cuando es necesario.

Creo poder decir que, además del tango, me gusta escuchar (y, si cuadra, bailar) todo tipo de música: clásica, jazz, folclore (argentino y de otros países), algo de rock, etc. Una muestra de mis intérpretes preferidos incluiría nombres como Duke Ellington, Oscar Alemán, Serú Girán, León Gieco, Edith Piaf, Glenn Miller, Charles Trenet, Los Beatles, Atahualpa Yupanqui, La Guardia Hereje, el Quinteto del Hot Club de Francia, Joao Gilberto, Astor Piazzolla, Osvaldo Pugliese, la Orquesta Típica Imperial, Tony Bennet, Ella Fitzgerald, Joan Manuel Serrat, el "Chino" Laborde, el "Polaco" Goyeneche, Enrique "Mono" Villegas, Benny Goodman, Carlos Di Sarli, Rafael Amor y muchos, muchos más...

Puede que alguien diga: "Pero, ¿me vas a comparar a Fulano con Mengano?" No, no me interesa. Un tema me puede gustar por múltiples razones, más allá de lo estrictamente musical: por nostalgia, por estado de ánimo, por ambiente... Pero no dejo de comprender las diferencias de calidad y de género.

Y la mescolanza del muestrario es para decir que no creo ser un tipo cerrado, aunque seguramente me quedan muchos prejuicios por vencer. Y, por supuesto, antes de escribir esto me puse a escuchar con atención diversos temas e intérpretes de "tango electrónico".

Bueno, entremos en el asunto.
Así como en las milongas se escuchan, además de tangos, rock, fox-trots, pasodobles, cumbias, etc., no me molesta que se agregue algún tema "tecno". Pero sí me desagrada que lo presenten como "la renovación del tango", "el tango joven" o "el nuevo tango".

Veamos algunos argumentos:

1.- "También Piazzolla en su momento fue rechazado". Sí, pero eso no implica que cualquier cosa que nos presente como nueva tenga que ser automáticamente aceptada ni que tenga la categoría de la obra de Astor. Así que como argumento no tiene ningún valor, porque parece ser una comparación, pero no lo es. ¿Por qué no comparamos abiertamente?

Al respecto opina Sebastián Eulacio en Informe Uruguay:
"¡Che a ver si la cortan con eso de hablar de tango electrónico y evocar la figura de Piazzolla! ¡#$@#! ¡Nada que ver! ¡Que Piazzolla haya sido resistido por muchos en un primer momento es incomparable al hecho de que a muchos no nos guste el tango electrónico! Y aclaro que soy joven y toco el bandoneón y me parece que la mayoría del tango electrónico es más que nada un producto, un marketinazo que le gusta a gente que no le gusta el tango. Y no le encuentro ninguna riqueza musical, justamente las partes instrumentales "de verdad”, tocadas por alguien, son bastante pobres. Dentro de todo el más rico me parece Gotan Project, el precursor en esto, que tiene algunas partes de bandoneón y violín interesantes."


2.- "El tango-tecno puede ser una puerta para que los jóvenes entren al tango". Traducido crudamente esto quiere decir: "Sabemos que los jóvenes son tontitos, entonces les vendemos el punchi-punchi que ellos están acostumbrados a escuchar y, como quien no quiere la cosa, le enchufamos algunos compases de tango, así les resulta más facil de digerir". O sea, el viejo cuento de rebajar el contenido porque "es lo que el público quiere", tan usado para justificar la programación basura que "nos brinda" la televisión.

Un ejemplo de algo parecido está en la actitud que tuvo en su tiempo Waldo de los Ríos. Nos cuenta Manolo Juárez, pianista y compositor, en un reportaje de La Nación:
"Cuando Waldo de los Ríos asesinó a la Sinfonía 40 de Mozart agregándole una batería, yo lo critiqué -recuerda-. El me argumentó que -gracias a su idea- mucha gente estaba conociendo la obra de Mozart. Yo le dije que eso era lo mismo que vender reproducciones de la Mona Lisa con pestañas postizas."

Esta "versión" de la Sinfonía 40 se hizo muy conocida, porque todas las radios la pasaban a cada rato. Y claro, acá surge la cuestión de la difusión como negocio, porque ¿cuándo antes y después de esto las radios difundieron del mismo modo dicha sinfonía tal como la escribiera Mozart? ¿Por qué gustó? ¿Porque tenía batería o porque, a pesar de la batería, era una maravillosa composición?

Y una anécdota mía, que revela cómo la presión implacable de los medios de difusión condiciona el gusto, el oído y los prejuicios. Una compañera de trabajo, no precisamente tanguera, me trajo para que escuchara un CD que se había comprado, de tangos "interpretados" por Andrés Calamaro. La verdad, yo no sabía quién era. Me pasó lo que nunca: puse el CD y, después de escuchar un cachito de Sur, lo saqué, porque no lo podía soportar. Es algo incalificable. Al día siguiente le presté un CD con algunos de los mismos temas, cantados por Goyeneche. Me dijo que lo escucharon con el marido y "sí, la verdad que es otra cosa, nada que ver". Ahora, que alguien me explique, si no es por el condicionamiento que mencioné, por qué cuando esta chica, con formación universitaria, se decide a escuchar tango va y se compra semejante porquería, y por qué nunca había oído nada de Goyeneche, supuestamente uno de los cantores más famosos.


3.- "Me suena a tango", dice Carlos Burgstaller. Si lo que se oye por detrás del punchi-punchi es un tango, o son acordes de tango tocados en bandoneón, es lógico que "suene a tango". Pero no siempre es así: Café de Flores, de Gotán Project, por ejemplo, me suena a melodía francesa.
Esto me devuelve a la Sinfonía 40 "versión de los Ríos". A pesar de la batería "sonaba a Mozart", era imposible que fuera de otra manera.

Hace un tiempo escuché un CD "Tango en Liverpool" creo que se llamaba, con temas de Los Beatles tocados "en tiempo de tango". Y, creanmé, "sonaba a Beatles", por más acordes de tango que le pusieron. Eso sí, a nadie se le ocurrió presentarlo como una "renovación de la música beat".

No soy músico, así que me gustaría que alguno que lo sea, y mejor si interpreta "tango-tecno", me explicara qué le aporta, desde el punto de vista musical, el punchi-punchi, los soplidos y ruiditos electrónicos o, como en la versión de Buenos Aires, hora cero por San Telmo Lounge, una conversación en inglés (¿eso también "suena a tango"?).

Narcotango, que parece ser el más aceptado entre los tangueros, especialmente los bailarines, tiene una producción bastante dispar. Qué onda, por ejemplo tiene pasajes (la mayor parte) en que es imposible identificar el tema como tango o milonga, salvo por un pequeño "toque" que da el bandoneón. Humo, en cambio, me resulta parecido a la Milonga triste, de Piana (y no tiene punchi-punchi, como el otro).


4.- "Entre la electrónica y el tango los que pierden son los talibanes de la cultura, los que no quieren que nada se mueva”, sostiene Carlos Libedinsky. Es cierto que dentro de la cultura, y particularmente en lo que a tango se refiere, existen personajes retrógrados, que se oponen a todo cambio. De ellos nos hemos ocupado, hace ya tiempo, en un editorial: "Los dueños del tango". Pero Libedinsky usa este argumento para etiquetar a todo aquel que ose oponerse a su concepción y, al mismo tiempo, escamotea lo principal: movimiento, sí, pero ¿hacia dónde? ¿o, con tal de moverse, no importa?

Porque para mí también son retrógrados los que, disfrazados de renovadores, pretenden adaptar nuestra cultura a los intereses del establishment, con el cuento de la "modernidad" y la "globalización".

Para ir terminando, yo también cito a Mederos, en un reportaje del diario Página /12:

Mederos: –La verdadera emoción la convoca lo que es genuino. Y hay que estar atento porque hay también emociones falsas. Esta música está viva porque es genuina y convoca emociones genuinas.

Periodista: –Ahora el tango tiene múltiples expresiones, mezclas...

Mederos: –No, no tiene múltiples expresiones. Tiene una. Lo demás es basura. Esas expresiones son oportunismos mercenarios que ni siquiera figuran en mi agenda. Hay un negocio alrededor que arma caos y confusión, y hace propuestas en función de lo que supone es un “gusto” que va a dejar réditos comerciales.



Hay muchas orquestas jóvenes que tocan tango sin aditamentos, y montones de tangos nuevos, muchos de ellos con letras que pintan nuestra realidad actual, que no tienen difusión (salvo la que ellos mismos realizan, con enormes sacrificios), porque, tal como lo hizo Piazzolla en su tiempo, prefieren mantenerse fieles a sus principios antes que bastardear su música. Y el negocio, para las discográficas y los grandes medios, es lo descartable, no lo que perdura.

De todas maneras, no hay nada peor que la censura. Nadie puede atribuirse ser el guardián de la "pureza" del tango, ni constituirse en mentor de su evolución. Es bueno, muy bueno, que cada uno pueda expresar y defender sus opiniones y sus sentimientos, y eso no tiene porqué enfrentarnos.

El tiempo dirá si esto es una moda pasajera o no. El tango es una música popular de raíces muy profundas, producto del intercambio y la convivencia, a través del tiempo, de gente de orígenes e historias muy distintas. Sigue vivo y seguirá evolucionando, con el aporte de las nuevas generaciones. Algunos intentos quedarán en el camino y otros perdurarán. En definitiva, es el pueblo quien tiene la última palabra.

Ricardo Schoua



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